El 18 de mayo de 1883, un año y medio después de la fundación del pueblo de Necochea, Murga dirigió una carta al Presidente del “LLoid Argentino”. El sentido de la misiva era claro: un completo informe sobre la situación económica del Quequén Grande y sus características naturales con el objetivo de posicionar al puerto en el circuito comercial de cabotaje. El cargo de Presidente de la Corporación Municipal le ofrecía un fuerte respaldo a un funcionario que, en definitiva, reclamaba por una reducción en el costo de los fletes marítimos.
Decía Murga:
“El Quequén grande es un río perfectamente navegable que desemboca al océano atlántico, después de recorrer una extensión próximamente de 30 leguas (145 km). Le son tributarios muchos ríos y arroyos no menos importantes cuyo número son doce y es la causa del aumento de su caudal de agua. La profundidad de este río varía entre los 16 y 22 pies, siendo mayor esta en el invierno. El ancho es casi en general de 70 metros.13”
Con datos precisos, Murga caracterizó las condiciones naturales del puerto con el objetivo de atraer inversores orientados en el desarrollo de una nueva infraestructura portuaria. El Presidente ofreció un pormenorizado detalle sobre las bondades naturales de la región convencido de la potencialidad económica del incipiente sistema portuario:
Han cargado frutos el Joven Antonio, Dos Hermanitas y otros buques a una y media legua dentro y el infrascripto ha practicado operaciones análogas en otros buques sin dificultad. Tiene el río la mayor facilidad para atracar en cualquier punto por no presentar pantanos ni cangreja¬les en parte alguna y tener barrancas firmes a ambas márgenes.
El incremento de las operaciones registradas a principios de la década del ochenta otorgó un fuerte respaldo a las gestiones iniciadas por el fundador. Sin embargo, y a pesar de la colorida descripción ofrecida, la carta es interesante por aquello que buscó ocultar antes que resolver: las dificultades impuestas a la navegación por la existencia de una barra emplazada sobre la desembocadura del Quequén. Para Murga, a pesar de las advertencias de los navegantes, el potencial portuario de la región contaba con más virtudes que defectos. Las insistentes apreciaciones de Murga permitieron asociar el desarrollo económico impulsado por la ganadería a partir del potencial comercial de los primeros muelles instalados sobre ambas márgenes del río Quequén.