Hacia 1889, los inversores Henrique D. Mackinlay y Oscar Liliedal presentaron una solicitud ante la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados de la Nación orientada a construir una red ferro¬viaria entre las ciudades de Villa Mercedes (San Luis) y Necochea. Decían los autores del proyecto que “el territorio, por la parte que solicitamos la construcción de esta línea, está completamente desamparado de los beneficios que reportan los ferrocarriles a zonas de tierra que son para el erario público fuente de inagotables recursos. El objeto principal de esta línea es hacer más cor¬to el trayecto entre las provincias del interior Norte y Andina hacia los puertos más importantes del Atlántico.”
En la misma línea, los empresarios sostenían que una red ferroviaria con eje en el sistema portuario del Quequén posibilitaría –en su opinión- transformar “(…) los puntos para estaciones de este Ferrocarril (…) en centros de agricultura (…) que hoy no son sino bastos (sic) territorios despoblados y sin perspectiva de progreso entregados a la esperanza del porvenir.”
La propuesta, que a todas luces resultaba desproporcionada para el pequeño poblado de Necochea, pretendía abarcar las expectativas depositadas en “(…) el proyectado puerto de Necochea (…)” el cual, (…) será dentro de poco una realidad y entonces podrán los agricultores y ganaderos que se establezcan sobre el trasado (sic) de nuestra línea tener un puerto cómodo y seguro y al mismo tiempo un trayecto mucho menos que los que podrían tener con los ferrocarriles existentes para la esportación (sic) de sus productos.
Aunque los autores no formularon ninguna referencia específica con respecto al proyecto portuario, es muy probable que su atención estuviera dirigida a la propuesta presentada, en julio de 1889, por Máximo Rodríguez y Cía., solicitando un “(…) permiso para la construcción y esplotacion (sic) de un puerto en el Río Quequén Grande”.
Si bien la vigencia del modelo de comercialización de bienes primarios con eje, exclusivamente, en el puerto de Buenos Aires comenzaba a mostrar los primeros signos de agotamiento, la respuesta obtenida por parte de la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados de la Nación resultó determinante para dar por tierra con el proyectado ferrocarril entre Villa Mercedes y Necochea. En definitiva, en opinión de los legisladores que integraban aquella Comisión “(…) la construcción de la línea que se solicita no llenaría en la actualidad necesidad alguna, pues si bien el trazado indicado disminuye la distancia entre el pueblo de Necochea y Villa Mercedes con respecto a otras líneas ya concedidas o solicitadas sin garantía, la disminución de distancia no tiene tanta importancia como para justificar la construcción de una vía férrea de la importancia de la que se solicita, tanto más que el tráfico por las regiones cruzadas no necesitará de este ferrocarril hasta que el aumen¬to de su población y de su consiguiente producción lo requiera.
De esa manera, dos visiones quedaron plasmadas en el expediente que dio curso a la presentación del proyecto. Mientras que para los empresarios la puesta en marcha del proyecto potenciaría el incremento de las actividades agrícola-ganaderas de la región afectada por su trazado, para los legisladores era, precisamente, la ausencia de desarrollo el motivo central de su rechazo. Este caso constituye un interesante antecedente para comprender la futura configuración ferro¬portuaria de la región del Quequén. De alguna manera, los legisladores constituyeron un punto de vista que legitimaría, en el futuro inmediato, las atrofiadas inversiones impulsadas por la empresa ferroviaria en la región sudeste de la provincia.