El 13 de junio de 1879, Federico Neves presentó un informe ante la Cámara de Diputados de la Nación informando: (…) que soy concesionario por el excelentísimo Gobierno nacional para construir las oficinas fiscales y depósitos particulares pertenecientes a la navegación a vapor y vela en el puerto de Quequén Grande que me fue concedido por decreto del 17 de abril del corriente año.
Aunque no contamos con más precisiones acerca de su procedencia y desempeño en la actividad, Neves refiere que “(…) el punto en esa costa es de suma importancia, pues es y será un gran puerto de ultramar como lo merece con dichas obras y sus muelles”.
En sintonía con el desarrollo de la operatoria portuaria registrada en nuestra región -y el resto de los puertos bonaerenses- a lo largo del período comprendido por los años 1860 y 1880, Neves dirigió su atención a la evolución futura del naciente complejo portuario en el sentido de anticipar su vinculación con el mercado internacional.
Sobre Neves no contamos con más información que la ofrecida en los fundamentos de la solicitud presentada a mediados de 1879. Sin embargo, la misma es lo suficientemente clara como para visualizar la estructuración, en los alrededores del Quequén Grande, de un espacio económico asociado al puerto de Buenos Aires.
Desde su punto de vista “(…) merece que V.H. estudien esta solicitud, porque considero que en este estudio se hace un grandísimo bien a esos principales partidos los más ricos de esta campaña, donde se hayan hoy seis buques a la carga y descarga (…)”. De esta forma, Neves anticipó los beneficios derivados de la asociación entre la actividad ganadera y el desarrollo de un sistema portuario a lo largo de la región sudeste de la provincia de Buenos Aires.