Al promediar el año 1903, resultaba evidente que el desarrollo de un sistema portuario sobre la desembocadura del Quequén Grande enfrentaba una serie de amenazas, por aquel entonces, difíciles de neutralizar. Por un lado, las demoras registradas en el avance de las obras a cargo de la empresa “Ángel Gardella y Cía.” alimentaban un profundo malestar entre el grupo de productores ganaderos y comerciantes que habían respaldado el proyecto a través de generosas sumas provenientes de sus respectivas –y exitosas- actividades económicas. El de Pieres es, quizás, uno de los ejemplos más destacados.
De profesión ganadero, Pieres había materializado su apoyo al proyecto de Gardella y Díaz Vélez a partir de la inversión de “cien mil pesos moneda nacional”, inversión que, casi con seguridad, nunca generó los dividendos prometidos. Por otra parte, la desleal competencia entre la británica Buenos Aires Great Southern Railway y el sistema de transporte marítimo por los fletes provenientes de –y en dirección a- la zona de influencia de nuestra región, socavó el potencial margen de ganancia que ofrecía el transporte de bienes desde y hacia Buenos Aires.
Como era de esperar, la reducción en el precio de los fletes desde Necochea hacia Constitución y Bahía Blanca vía ferrocarril abarató los costos de aquellos productores que, frente a la oportunidad ofrecida, optaron por enviar su producción a través de este medio.
Más allá de las implicancias derivadas de este inesperado subsidio indirecto sobre las tarifas ofrecidas por la empresa inglesa, el golpe final al proyecto impulsado por Gardella llegó desde el lugar más insospechado. Como resultado de las extraordinarias inclemencias climáticas registradas en 1905, el proyecto de Gardella naufragó junto al muelle y los precarios galpones ubicados sobre el actual comienzo de la escollera Sur. A manera de corolario del proyecto en cuestión, el desplazamiento –en dirección al canal de acceso- de un médano de más de 20 metros de altura, terminó por convencer a las autoridades nacionales y provinciales sobre la necesidad de invertir las sumas requeridas que garantizaran la construcción de una infraestructura acorde a las exigentes condiciones impuestas por la naturaleza.
En los albores del siglo XX, las transformaciones operadas al interior del paradigma portuario favorecieron el desarrollo, por parte del estado nacional, de una serie de medidas tendientes a garantizar la vinculación económica de la región pampeana a través de la construcción de nuevos puertos sobre la costa atlántica bonaerense. Aunque todavía no resultaba evidente, la crisis en torno al proyecto de Gardella -y del sistema portuario en general- ofrecía una verdadera oportunidad para el inicio de las gestiones que derivarían en la futura construcción de Puerto Quequén.