La solicitud presentada por Federico Neves no prosperó. El pedido de una subvención por $100.000 destinados a los “(…) trabajos que son indispensables hacer en el puerto para ser un verdade ro puerto de ultramar” fue rechazado por la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados de la Nación.
Más allá de la negativa a la solicitud elevada, sobre la cual es posible conjeturar el fracaso de su estancia en la región, Neves ofreció un exacto panorama de la zona de influencia implicada en el potencial desarrollo de infraestructura portuaria.
En su opinión: (…) la componen esa riqueza los partidos de Balcarce, Lobería, Necochea, Tres Arroyos, Juárez, Azul y Tandil todos tributarios a ese puerto de Quequén Grande.
Todos esos partidos abrazan una zona de tierra que no baja de 500 leguas (1.165.400 ha aprox.)”. Neves definió, de esta manera y por primera vez en la historia de la región, la extensión del hinterland portuario del Quequén.
A partir de este momento, y a pesar de no contar con poblados formales fundados por el Estado, la región consolidó su perfil ganadero y portuario a la espera de un centro urbano que le diera cobijo.
Los conflictos desarrollados sobre el emplazamiento de las futuras Necochea y Quequén posicionarán la cuestión portuaria en el centro de los reclamos regionales.